Todos en algún momento pensamos en todas aquellas facultades mentales y que son propias del ser humano como tal, esto puede resultar muy fácil cuando pensamos en el lenguaje, así como en la capacidad de aprender todo tipo de cosas, del mismo modo como la posibilidad de resolver problemas matemáticos muy complejos.
Ahora bien, esto sin duda, son las características de las personas y que podemos observarlas con facilidad, ya que por medio de ellas se puede mantener las relaciones sociales de una forma más estable. Normalmente a esa capacidad la conocemos como Teoría de la Mente.
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Teoría de la Mente: Definición.
La teoría de la mente se puede definir como una capacidad de atribuir estados mentales, tanto a los demás como a sí mismo. Cabe destacar, que dichos estados mentales no son necesariamente observables, sino que se puede referir a las habilidades para comprender y percibir la conducta de otras personas, así como sus conocimientos, intenciones y creencias.
Por otro lado, se conoce al ser humano como un ser social, el cual necesita de una capacidad mentalista para poder relacionarse y desarrollarse como individuo, para poder atribuir esos estados se debe tener un sistema de inferencias, donde permita poder predecir el comportamiento de las demás personas, por ejemplo, sin un niño se encuentra en el patio de una colegio y ve a otro en el suelo llorando y tocándose el pie con expresión de dolor, el niño puede llegará la conclusión que este llora porque se ha caído, a pesar de que este no haya presenciado dicha caída.
Debido a ello, para el ser humano es bastante sencillo y evidente, pero en realidad suele ser un proceso complejo y elaborado de lo que creemos. En el caso de los niños con Trastorno de Espectro Autista, ellos presentan una serie de problemas para desarrollar la teoría de la mente, y esto afecta la comprensión de las relaciones sociales.
Por ende, en un ámbito social la mayoría de la información no se ve de forma directa, sino por el contrario se debe leer entre líneas, tomando en cuenta distintos factores que permitan entender la intención de la otra persona, tal como lo es el contexto, la expresión facial o el tono de voz. Un ejemplo puede ser que un niño se dirige hacia su padre en un salón para mostrarle un dibujo, pero en ese momento el padre se encuentra enfadado por motivos ajenos al niño y al mirar el dibujo, expresa en forma enfado ¡Sí!, ¡Muy bonito! y luego sale de la habitación. Es allí donde nos preguntamos, ¿Pensará el niño que le ha gustado el dibujo a su padre?, como ya se mencionó antes comprender este tipo de situaciones puede depender de distintos factores.
Ahora bien, lo que se conoce como teoría de la mente, no es más que un término, el cual fue utilizado por primera vez por David Premack y Guy Woodruff durante el año 1978. Dichos autores realizaron distintos experimentos con un chimpancé llamada Sara, a la cual se le mostraba una serie de videos donde los humanos resolvían distintos problemas, con la finalidad de alcanzar un objeto de difícil acceso, como, por ejemplo, unos plátanos colgados del techo.
Asimismo, a cada uno de esos problemas se le presentaba a Sarah dos posibles soluciones en una tarjeta y ella debía elegir la correcta. En la mayoría de los intentos lograba acertar, es por eso que los autores llegaron a la conclusión que Sarah tenia la capacidad de atribuir estados mentales al actor humano, así como también poseía deseos de resolver la situación, ya que era capaz de ponerse en el lugar de la otra persona.
En este sentido, esta teoría se desarrolla en un rango de edad entre los 3 y los 7 años. Se podría decir que es un proceso bastante rápido y automático, el cual no requiere de un esfuerzo atencional, y se logra desarrollar de forma estereotipada en el humano. Este se diferencia en dos etapas: entre los 3 y 4 años se entienden las tareas de falsas creencias de primer orden, mientras que a los 7 años de edad los niños ya pueden entender las representaciones mentales de los demás.
Antecedentes de la Teoría de la Mente.
Regularmente, esta teoría es considerada como un proceso evolutivo normal, ya que no aparece así sin más en el niño. De esta manera existen una serie de antecedentes que permiten que esta se pueda desarrollar dentro de los antecedentes más destacados tenemos:
- Atención conjunta: hace referencia a una serie de interacciones sociales, en las que tanto el niño como el adulto prestan atención al mismo estimulo de forma simultánea, un claro ejemplo de esto seria mirar un libro. Normalmente, esto aparece a los 9 – 12 meses de edad, ya que antes de esa edad el niño no es capaz de atender al objeto y al adulto de forma simultánea.
- Gestos y respuestas: aquí se destacan lo que se conoce como protos que no son más que conductas que guardan la misma estructura funcional que los signos lingüísticos, solo que, en este tipo de casos, no hay aparición de palabras, existen dos tipos:
- Proto-imperativos: esto se van adquiriendo alrededor de los 9 meses de edad y consisten en que el niño es capaz de señalar un objeto al adulto, con la finalidad que este se lo de, un ejemplo podría ser, que el niño señale su pelota favorita, la cual se encuentra encima de la mesa y así su padre pueda alcanzarla.
- Proto-declarativos: se da entre los 12 y 18 meses de edad, es cuando el niño señala un objeto que llama su atención, de esta manera logra atraer al adulto para que le haga llegar el objeto y compartirlo con él. Un ejemplo claro de esto es cuando un niño va caminando por la calle con su madre y observa a un perrito, lo señala mirando a su madre, esto como señal que no es para que se lo de, sino para que se fije en aquello que ha llamado su atención.
- Comprensión de las acciones como intencionales: aparece entre los 9 y 12 meses de edad, es cuando los niños comienzan a comprender que detrás de las acciones de los demás, hay intenciones y que estas pueden variar y ser distintas a las de uno mismo.
- Referencia social: se presenta alrededor de los 12 meses, que es cuando el niño es capaz de comprender que el adulto puede atribuir a un objeto o situación expresiones emocionales tanto de agrado como de desagrado, esto es bastante útil ya que le permite saber cómo comportarse ante cualquier situación de novedad o incertidumbre. Por ejemplo, si un niño es tomado por un extraño del brazo este reaccionará de una forma más distinta si el adulto expresa temor o si expresa tranquilidad.
- Juego simbólico: puede aparecer a los 2 años de edad, este tipo de juegos se caracteriza debido a que se hace uso de un abundante simbolismo, el cual se forma a partir de la imitación. Se realizan una serie de escenas de la vida real con símbolos, los cuales van adquiriendo su significado durante la actividad. Por ejemplo, para un niño un palo puede representar un avión o un caballo.
Ahora bien, es a través del juego que el niño puede someter la realidad a sus deseos y necesidades. A continuación, mencionaremos algunos beneficios del juego simbólico:
- Comprender y asimilar el entorno.
- Aprender y practicar distintos roles sociales.
- Desarrollar correctamente el lenguaje.
- Logra favorecer tanto la imaginación como la creatividad.
- Se representan situaciones mentales tanto reales como inventadas.
- Mejora el desarrollo emocional.
- Ayuda a recrear situaciones que no se dan en la vida real.
- Ayuda a la socialización si se practica de forma colectiva.
Debido a ello, en algunos casos los niños con TEA pueden presentar dificultades para desarrollar dichos precursores de la teoría de la mente, es por esa razón que es tan importante detectar de forma temprana dichas carencias, para de esta manera brindarle al niño una serie de herramientas y estrategias que le permitan mejorar su desarrollo a futuro.
La Teoría de la Mente y las neuronas espejo.
En muchas ocasiones nos hemos preguntado acerca de ¿Por qué las personas con TEA tienen alterada la teoría de la mente?, sin embardo la respuesta a esta pregunta a penas se empieza a conocer, ya que se han realizado diversos estudios e investigaciones que han llegado a conclusiones distintas y solo coinciden únicamente en la multicausalidad, la cual hace referencia a que no hay una única razón y se ven implicados factores bio-psico-sociales.
Aunado a ello, se podría decir que durante los últimos años una de las teorías que ha logrado avanzar más, expone que las personas con Trastorno de Espectro Autista, poseen una alteración en las neuronas espejo.
Asimismo, dichas neuronas espejo se descubrieron gracias a Giacomo Rizzollati, durante el año 1996, por una casualidad, debido a que realizaba un estudio con primates, los cuales se encontraban conectados a unos electrodos en la corteza premotora, es allí donde logró observar que unas neuronas muy concretas de esa zona, se activaban cada vez que el mono veía como el investigador agarraba un plátano.
Generalmente, en un inicio esto no tenía sentido, ya que el mono no realizaba ningún movimiento y no se esperaba que hubiese actividad cerebral en la zona encargada del movimiento de las manos y el gesto de agarrar. A raíz de esa casualidad se realizaron diversas investigaciones donde se dieron cuenta que al observar algo se activa la misma parte de nuestro cerebro, que cuando realizamos el comportamiento observado.
Sin embargo, luego de esos primeros hallazgos continuaron realizando investigaciones, las cuales han relacionado las neuronas espejo con la intencionalidad, debido a que “Ni los monos ni los humanos podemos si quiera mirar una manzana sin invocar al mismo tiempo los planes motores para tomarla” (Marco Iacoboni, 2009). Tomando en cuenta esto, podríamos decir que la percepción y la acción no se encuentran separadas en nuestro cerebro.
Debido a ello, podemos citar, por ejemplo, cuando observamos a alguien que acerca su mano a una taza, de forma automática nuestras neuronas espejo reproducen en nuestro cerebro la cadena lógica de acciones siguientes. Esto ocurre ya que simulamos una serie de secuencias de acciones, en función del contexto y es por esa razón que somos capaces de lograr anticipar lo que va a suceder, infiriendo así la conducta de los demás en función de nuestra propia experiencia.